Hoy he hablado con una amiga y gran artista, Ábalon. Me contaba contenta que estaba colgando los posters que hizo durante el año pasado por todo Madrid. Al principio me pareció una locura desprenderse de las obras a las que ella había dedicado tanto corazón y tiempo y abandonarlas en manos del destino.
No me convenció lo suficiente cuando me dijo que el arte tenía que estar vivo y que en la vida había que aprender a desprenderse de la belleza, por poner un ejemplo. Lo que sí que me terminó de convencer es la certeza de que mientras ella exista no dejará de producir obras, así que ¿qué necesidad tenía de guardarlas?